Parece que esta vez se van cumpliendo los plazos previstos para las diferentes etapas de los procesos vigentes. Justo es reconocer las cosas bien hechas de nuestros directivos cuando las haya, que no es siempre.
Han pasado ya unos años desde las anteriores de Ayudante y Ejecutivo, pero aún se recuerda la informalidad de los responsables, supongo que forzados por las circunstancias, y la desesperación de los pobres aspirantes. Parecía que el nombramiento no llegaría nunca.
La legalidad de la promoción interna en Correos suscita bastantes dudas por la peculiar situación de esta Casa en un territorio de nadie, ni en la Administración ni fuera de ella; pero no quiero que éste sea el tema del artículo, sino que voy a referirme a otra cuestión.
Las bases de las convocatorias impiden al tribunal correspondiente aprobar a una cantidad de opositores mayor que la de plazas ofertadas, pero sí le permiten aprobar a menos; es decir, dejar plazas desiertas. Sucedió, por ejemplo, en las anteriores de Gestión.
En condiciones normales se debería acatar una decisión de este tipo sin ninguna protesta, entendiendo que los candidatos no llegaban al nivel mínimo y lo que debían hacer era prepararse un poco mejor para la próxima ocasión, que llegaría seguramente pasado un año; entonces obtendrían su plaza.
Eso en circunstancias normales, pero no lo son las que se dan aquí: no hay ninguna garantía de una nueva convocatoria, lo más probable es que ésta sea la última. Siendo así, lo que el tribunal estaría haciendo no es aplazar el aprobado de unos candidatos, estaría impidiendo definitivamente su acceso a unas plazas que se les habían ofrecido, se entiende que por Derecho.
Han pasado ya unos años desde las anteriores de Ayudante y Ejecutivo, pero aún se recuerda la informalidad de los responsables, supongo que forzados por las circunstancias, y la desesperación de los pobres aspirantes. Parecía que el nombramiento no llegaría nunca.
La legalidad de la promoción interna en Correos suscita bastantes dudas por la peculiar situación de esta Casa en un territorio de nadie, ni en la Administración ni fuera de ella; pero no quiero que éste sea el tema del artículo, sino que voy a referirme a otra cuestión.
Las bases de las convocatorias impiden al tribunal correspondiente aprobar a una cantidad de opositores mayor que la de plazas ofertadas, pero sí le permiten aprobar a menos; es decir, dejar plazas desiertas. Sucedió, por ejemplo, en las anteriores de Gestión.
En condiciones normales se debería acatar una decisión de este tipo sin ninguna protesta, entendiendo que los candidatos no llegaban al nivel mínimo y lo que debían hacer era prepararse un poco mejor para la próxima ocasión, que llegaría seguramente pasado un año; entonces obtendrían su plaza.
Eso en circunstancias normales, pero no lo son las que se dan aquí: no hay ninguna garantía de una nueva convocatoria, lo más probable es que ésta sea la última. Siendo así, lo que el tribunal estaría haciendo no es aplazar el aprobado de unos candidatos, estaría impidiendo definitivamente su acceso a unas plazas que se les habían ofrecido, se entiende que por Derecho.
El tribunal es humano, si en algún caso se equivocase, por cualquier motivo, no habría un “el año que viene” para reparar la injusticia cometida.
Supongo que, dadas las circunstancias, lo que procede es adjudicar el total de las plazas ofertadas.
En los casos de la promoción a Gestión y Superior hay un motivo añadido: Hace nueve años que no se ha convocado, incumpliendo lo pactado y ofrecido, y destrozando las legítimas expectativas de unos cuantos miles de funcionarios que de todas formas ya no podrán volver nueve años atrás el calendario de su vida laboral (ni la otra).
Por fin se les ofrecen unas cuantas plazas, que se les debían más que de sobra de todo aquel tiempo de barbecho, pero resulta que al final posiblemente no se las darán, después de habérselas hecho pasar de todos los colores, porque dice el Tribunal que no están maduros… Pero hombre, si a estas alturas lo que están ya es pasados de maduros; que se van a caer del árbol. ¿Será pequeño todavía el daño que ya se le ha causado a esa gente?
Supongo que, dadas las circunstancias, lo que procede es adjudicar el total de las plazas ofertadas.
En los casos de la promoción a Gestión y Superior hay un motivo añadido: Hace nueve años que no se ha convocado, incumpliendo lo pactado y ofrecido, y destrozando las legítimas expectativas de unos cuantos miles de funcionarios que de todas formas ya no podrán volver nueve años atrás el calendario de su vida laboral (ni la otra).
Por fin se les ofrecen unas cuantas plazas, que se les debían más que de sobra de todo aquel tiempo de barbecho, pero resulta que al final posiblemente no se las darán, después de habérselas hecho pasar de todos los colores, porque dice el Tribunal que no están maduros… Pero hombre, si a estas alturas lo que están ya es pasados de maduros; que se van a caer del árbol. ¿Será pequeño todavía el daño que ya se le ha causado a esa gente?
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