sábado, 26 de enero de 2008

La sórdida lucha por la hegemonía sindical

Por centrar el tema indicaré que este artículo se publicó en el foro “Buscaoposiciones”, donde pasó bastante desapercibido.
Tiene la cualidad de abordar el tema de los despedidos del 9 de Mayo desde la independencia, la sinceridad y el rigor.
Así se ven las cosas desde esa perspectiva y había que decirlo; lo ha hecho Blaky, tal como puedes leer a continuación, y a él hay que agradecérselo.
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“A veces nos cuesta leer lo que nos cuesta creer..."ni indemnizado por despido" significa, ni más ni menos, que habiéndose declarado un despido improcedente, la empresa ha de indemnizarte. Es decir, que se te impide trabajar en Correos si eres despedido sin motivos y les ganas en un juicio.

Esto es lo que se firmó, esto lo que se aplicó y contra esto claman las sentencias que van saliendo.

Yo nunca he escuchado a nadie pedir perdón por esto. Nunca.

En cuanto a lo de asustar viejas (mis respetos para la tercera edad) con aquello de que ocuparían las plazas a las que muchos funcionarios deseaban trasladarse... la salida pronta de quienes no pueden defender razonablemente lo que han hecho y buscan meter miedo y enfrentar al colectivo para camuflar su pifiada. Es falso. Estos compañeros, a los que se les reconoce sufijeza, sólo se les reconoce eso. No obtienen una plaza determinada. Obtienen un contrato fijo.

La realidad fue otra. Algunos la recordamos como muy reciente. Un modelo sindical venció por la mano con una sentencia a otro modelo que llevaba años ensayandose en la empresa.

Entonces, como ahora, los intereses de determinadas organizaciones se impusieron sobre los del colectivo de trabajadores, y para no perder protagonismo, para no perder hegemonía, en medio de un ataque de pánico, firmaron todo, todo, todo (no fue sólo esto, hubo un endurecimiento general de las condiciones laborales de los eventuales, y muchas más perlas....) con tal de echar abajo esa sentencia y volver de nuevo la tortilla para culpar a las victimas de todo.

Pero, ya vemos, tiempo después no se habla aquí de lo vergonzoso que es para el colectivo entero que las sentencias vayan reparando lo que nosotros por falta de solidaridad, coraje y dignidad no supimos o quisimos arreglar entonces.

No, se corean las mismas fórmulas hoy que entonces se escucharon por las carterías.... nada hemos aprendido de aquello, al parecer. Eso es lo peor. Y hoy, como entonces, las organizaciones sindicales miran más hacia su ombligo que hacia el interés general.

Hastío. Es una buena palabra para definir lo que siento.”

viernes, 18 de enero de 2008

La movilización que vendrá, y III

Finalizaba la segunda entrega de este trabajo con la promesa implícita de pasar revista a las acciones reivindicativas que los trabajadores de Correos tenemos a nuestro alcance, en la defensa legítima de nuestros intereses.
Se decía que algo se podía y se debía hacer. Añadiré que éste es un buen momento para hacerlo, que cualquier momento puede ser bueno si se hacen las cosas bien y se consiguen los objetivos.
Tenemos tendencia a considerar óptimas las épocas de mayor actividad (Navidad, campañas electorales). Sin negar que presentan algunas ventajas, hay que reconocer que no faltan inconvenientes; uno evidente es la pérdida de los incentivos económicos que las acompañan habitualmente, lo que equivale a encarecer el coste de la huelga y desincentivar la participación.
En cualquier caso, el seguimiento que logró el conflicto de la pasada Navidad demuestra que la elección de un supuesto buen momento no garantiza el éxito de la convocatoria sin la concurrencia de otros factores.

No todo está en contra, hay algunos aspectos que juegan a favor y son los que se debería explotar; veamos:
En primer lugar la ya comentada sensación de descontento. No es un mal punto de partida, sobre todo teniendo en cuenta que es para todos, que no distingue mucho de siglas.
Si la percepción es correcta, si las cosas son así, estaríamos ante una oportunidad de lograr una cierta unidad sindical de las bases. Quizás endeble, efímera... pero suficiente para lograr la paralización de algunos puntos neurálgicos de la Red Postal. Esa ha sido, seguramente, la enseñanza más provechosa de la huelga de Diciembre.
Se ha demostrado que eso SÍ se puede conseguir. Y no es poco.
Descartada la unidad sindical por las alturas, necesaria para una contundente huelga general, nos queda la posibilidad de empezar por acciones parciales, selectivas.
Nuestro conocimiento del medio nos permitiría elegir las más eficaces, en el sentido de generar más paro inducido, involuntario y por tanto gratuito para los compañeros obligados a “sufrirlo”.
De esta manera se podría conseguir el objetivo de paralizar la actividad de la empresa en un buen porcentaje, sin la contrapartida de un elevado coste económico y de desgaste para el conjunto de los trabajadores.
Alguien me podrá decir que sí, pero que hay unos servicios mínimos que hasta podrían ser abusivos. Yo respondería que ya, pero que también hay unos piquetes informativos para esas ocasiones.

Por otra parte, conviene que tengamos en cuenta que los beneficios de la empresa no están siendo espectaculares en los últimos tiempos, la distancia que nos separa de los números rojos no es demasiado grande y el entrar en pérdidas sería un durísimo revés para las intenciones privatizadoras de nuestros políticos. Tampoco sería muy saludable para la estabilidad laboral de nuestros directivos… y negociarían con el Comité de Huelga, yo creo que sí, si perciben la posibilidad de que se deteriore sensiblemente la cuenta de resultados de la Sociedad.
En la misma línea anterior, cuando se hacía referencia a paralizar la actividad de la empresa, entiendo que podrían ser factibles acciones selectivas, de una buena relación eficacia/coste para los trabajadores, encaminadas a dificultar el flujo de ingresos.
Podría servir, a modo de ejemplo, la paralización de la admisión en las oficinas durante alguna parte de la jornada, en horas punta.

Terminaré diciendo que mi única pretensión es contribuir al debate sobre cómo mejorar las condiciones laborales de las personas que trabajamos en Correos. Si algo consigo aportar a esa tarea mi trabajo habrá merecido la pena.
Tampoco tengo la menor sensación de estar perjudicando los intereses de la empresa, parto del firme convencimiento de que en buena medida la empresa somos nosotros y funcionará si nosotros empujamos. A cambio de hacerlo debemos pedir unas condiciones de trabajo dignas en todos los sentidos, necesarias para seguir funcionando.
Señores directivos, yo quisiera que se ganen Vds. la paz social en lugar de comprarla; por cierto, con dinero de la empresa.

martes, 15 de enero de 2008

La movilización que vendrá-II

A modo de introducción, diré que en la primera parte publicada de este trabajo procuré dejar patente mi convencimiento de que hay unos motivos reales para el descontento y que éste ha terminado por instalarse en una parte apreciable del personal de Correos.
Es ésta una de las premisas necesarias para el éxito de una hipotética movilización. Necesaria, pero no suficiente: También se requiere la aplicación de una serie de recursos, humanos y materiales, a la puesta en práctica del proceso reivindicativo; proceso forzosamente complejo desde el momento en que nos referimos a una gran empresa con más de 65.000 trabajadores repartidos por todo el Estado. Habría mucho que organizar, mucho que informar, mucho que motivar.
Naturalmente, estoy pensando en las organizaciones que disponen de esos recursos (léase Plataforma, sindicatos…) y en su voluntad de aplicarlos a la finalidad que estamos considerando.

Sobre esta última cuestión debemos ser realistas y aceptar que la unidad sindical en torno a este tipo de acciones es muy difícil de conseguir porque las organizaciones, particularmente las poderosas, se deben a intereses ajenos (políticos, de siglas, etc.), que no siempre coinciden, incluso a veces se contraponen.
También es difícil de gestionar por causa del afán de protagonismo desmedido que han demostrado algunos; bien visible, por ejemplo, a lo largo de todo el desarrollo de la pasada convocatoria de huelga de UGT y SL. Esto origina contratiempos hasta por las causas más nimias.
Finalmente, no resulta fácil de mantener porque ya en otras ocasiones equiparables la Dirección ha actuado muy eficazmente para reventar dicha unidad. Ya hace una década, pero aún recordamos las protestas contra la Ley Postal y el “descuelgue” de CCOO. Pocas dudas me caben de que se volvería a intentar y no muchas más de que se volvería a conseguir. A fin de cuentas, los protagonistas de aquello han ganado las elecciones sindicales con posterioridad y su cúpula se ha repartido todo lo que había que repartir.

No se trata de que guste o no, sino de asimilar que esto es lo que hay e intentar hacer con ello lo que se pueda; no más ni tampoco menos.

Partiendo de la hipótesis de que la unidad sindical es imprescindible para el éxito de una confrontación total, mi conclusión es que sería una mala estrategia el empezar por ahí. Muy probablemente nos conduciría al fracaso y si el seguimiento hubiera sido mediano, esta vez sí nos iba a costar recuperarnos.
De ninguna manera equivale esto a decir que no se puede hacer nada. Claro que sí. Más aún, te anticipo amigo lector, que pienso que se puede y se debe hacer algo.

jueves, 10 de enero de 2008

La movilización que vendrá-I

Evitaré pronunciarme, de momento, sobre si en Correos hay actualmente motivos para que el personal se movilice o no. Mejor dicho, motivos hay, siempre los hubo, la cuestión es más bien de grado: su tamaño, su gravedad, ¿han llegado hasta el punto en que se requieren medidas extremas de presión?

En los últimos tiempos estamos soportando un importante deterioro de nuestro poder adquisitivo.
Es verdad que Correos no tiene la culpa de suban los precios y el tipo de interés que aúpa la cuota de nuestra hipoteca -y mientras tanto el gobierno de turno congela nuestros salarios o poco menos-, pero no es menos cierto que nosotros estamos pagando las consecuencias y que si no le ponemos remedio acabaremos malviviendo, nosotros y los que nos rodean, con salarios de mera subsistencia.
La realidad es que económicamente nos vamos quedando atrás y sucede que la empresa está en beneficios.

No sólo se trata de dinero, aquí se ha utilizado la excusa de hacer una empresa competitiva para liquidar derechos de la gente frente a ella y empeorar las condiciones de trabajo de casi todos.
Se han cometido auténticos abusos contra unos y contra otros; contra colectivos tan diversos como los mandos intermedios, a los que nunca se cansan de exigir y de no remunerar y el personal eventual, cuyas expectativas han sido el juguete de moda y aún lo son. Entre los dos extremos será difícil encontrar un grupo que haya visto mejorado su status.

Una tercera cuestión, y no carente de importancia, es la pérdida de dignidad de los trabajadores de esta Casa.
Deliberadamente o no, la gestión de los Recursos Humanos ha propiciado el desbarajuste sindical que padecemos y, ya sin oposición “natural”, se han permitido bordear constantemente los límites de cuantas normas les ha apetecido; no han tenido reparos en imponer unilateralmente sus criterios sin contemplaciones hacia nuestra mayoría de edad.
Paradigma de este comportamiento podríamos considerar al acto de la firma de “nuestro” II Convenio Colectivo y del Estatuto de Personal Funcionario en 2.006. El Estatuto no se negoció y ¡no pasó nada!; ambas cosas se firmaron en el célebre hotel que todos recordamos. El trato dispensado a una parte de los representantes de los trabajadotes fue bochornoso, fue humillante para los que sí somos lo bastante adultos como para sacar esto adelante con nuestro esfuerzo.

Se puede decir, en resumen, que hemos perdido dinero, derechos y que nos han privado de la dignidad que nos corresponde. ¿Es suficiente para una movilización masiva?
La respuesta tiene que ser subjetiva. Personalmente creo que sí, que está dada una parte de las condiciones necesarias, la que se refiere a que la sensación de malestar ha calado en un porcentaje amplio del personal de esta Casa.
A nadie se le escapa que eso es la mitad de la cuestión, la otra mitad trata de si sería posible o no el poner al servicio de esta idea los medios materiales y humanos necesarios para llevarla adelante; es decir, organizar, informar...