viernes, 18 de enero de 2008

La movilización que vendrá, y III

Finalizaba la segunda entrega de este trabajo con la promesa implícita de pasar revista a las acciones reivindicativas que los trabajadores de Correos tenemos a nuestro alcance, en la defensa legítima de nuestros intereses.
Se decía que algo se podía y se debía hacer. Añadiré que éste es un buen momento para hacerlo, que cualquier momento puede ser bueno si se hacen las cosas bien y se consiguen los objetivos.
Tenemos tendencia a considerar óptimas las épocas de mayor actividad (Navidad, campañas electorales). Sin negar que presentan algunas ventajas, hay que reconocer que no faltan inconvenientes; uno evidente es la pérdida de los incentivos económicos que las acompañan habitualmente, lo que equivale a encarecer el coste de la huelga y desincentivar la participación.
En cualquier caso, el seguimiento que logró el conflicto de la pasada Navidad demuestra que la elección de un supuesto buen momento no garantiza el éxito de la convocatoria sin la concurrencia de otros factores.

No todo está en contra, hay algunos aspectos que juegan a favor y son los que se debería explotar; veamos:
En primer lugar la ya comentada sensación de descontento. No es un mal punto de partida, sobre todo teniendo en cuenta que es para todos, que no distingue mucho de siglas.
Si la percepción es correcta, si las cosas son así, estaríamos ante una oportunidad de lograr una cierta unidad sindical de las bases. Quizás endeble, efímera... pero suficiente para lograr la paralización de algunos puntos neurálgicos de la Red Postal. Esa ha sido, seguramente, la enseñanza más provechosa de la huelga de Diciembre.
Se ha demostrado que eso SÍ se puede conseguir. Y no es poco.
Descartada la unidad sindical por las alturas, necesaria para una contundente huelga general, nos queda la posibilidad de empezar por acciones parciales, selectivas.
Nuestro conocimiento del medio nos permitiría elegir las más eficaces, en el sentido de generar más paro inducido, involuntario y por tanto gratuito para los compañeros obligados a “sufrirlo”.
De esta manera se podría conseguir el objetivo de paralizar la actividad de la empresa en un buen porcentaje, sin la contrapartida de un elevado coste económico y de desgaste para el conjunto de los trabajadores.
Alguien me podrá decir que sí, pero que hay unos servicios mínimos que hasta podrían ser abusivos. Yo respondería que ya, pero que también hay unos piquetes informativos para esas ocasiones.

Por otra parte, conviene que tengamos en cuenta que los beneficios de la empresa no están siendo espectaculares en los últimos tiempos, la distancia que nos separa de los números rojos no es demasiado grande y el entrar en pérdidas sería un durísimo revés para las intenciones privatizadoras de nuestros políticos. Tampoco sería muy saludable para la estabilidad laboral de nuestros directivos… y negociarían con el Comité de Huelga, yo creo que sí, si perciben la posibilidad de que se deteriore sensiblemente la cuenta de resultados de la Sociedad.
En la misma línea anterior, cuando se hacía referencia a paralizar la actividad de la empresa, entiendo que podrían ser factibles acciones selectivas, de una buena relación eficacia/coste para los trabajadores, encaminadas a dificultar el flujo de ingresos.
Podría servir, a modo de ejemplo, la paralización de la admisión en las oficinas durante alguna parte de la jornada, en horas punta.

Terminaré diciendo que mi única pretensión es contribuir al debate sobre cómo mejorar las condiciones laborales de las personas que trabajamos en Correos. Si algo consigo aportar a esa tarea mi trabajo habrá merecido la pena.
Tampoco tengo la menor sensación de estar perjudicando los intereses de la empresa, parto del firme convencimiento de que en buena medida la empresa somos nosotros y funcionará si nosotros empujamos. A cambio de hacerlo debemos pedir unas condiciones de trabajo dignas en todos los sentidos, necesarias para seguir funcionando.
Señores directivos, yo quisiera que se ganen Vds. la paz social en lugar de comprarla; por cierto, con dinero de la empresa.

4 comentarios:

km4 dijo...

Ironicamente si no queremos que privaticen esto, no tiene que haber beneficios aunque ello implique renunciar a los incentivos,...etc

Anónimo dijo...

Por más auditorias externas e internas que se hagan, la mayoria, sin saberlo a ciencia cierta, sopechamos que las cuentas de resultados están más que maquilladas para intentar darle color a la privatizacion. Si esto fuese cierto, la escabechina seria de cuidado en el momento en que se destapasen los números rojos.
Más que dedicarnos a empeorar las cuentas deberíamos exigir de nuestros representantes la fiscalizacion del trabajo de nuestros gestores y la depuración de los responsables irresponsables.
Por cierto tampoco estaria de más que empezásemos a cambiar el discurso de la privatizacion. La directiva europea, en ningun momento exige privatizaciones. Únicamente liberalizacion de los servicios y eso no condiciona el caracter publico de correos ni la prestacion del servicio postal universal. Que CCOO no nos cuente milongas sobre la inevitabilidad de la privatizacion.
Correos liberalizado y en competencia, pero ¡PÚBLICO!

Anónimo dijo...

Creo que la prestacion del Servicio Publico Universal ,por parte de un Correos Público ,no puede ser competitiva ,frente a empresas que solo busquen los servicios mas rentables ,o que le reporten beneficios mas rentables y ya si encima Correos les tiene que prestar sus instalaciones ,maquinaria, o medios , apaga y vamonos.
Debemos jugar todos con la misma baraja sino la competencia nos va a barrer, utilizando economia submergida e incluso sin utilizarla ,ya saldría mas rentable aprovechar solo las zonas buenas dejando al Correos oficial las zonas poco rentables ,enfin si lo que quieren es que el Correos de toda la vida quiebre , lo pueden conseguir, al final lo pagaran los clientes "pobres"o de zonas desfavorecidas,y parte de la plantilla a la que tendran que despedir si esto sigue adelante con los "politicos-lumbreras que tenemos "

Napoleón Boina Aparte dijo...

La privatización de Correos se conjuga en tiempo futuro y es, por ello, todavía incierta.
En el artículo que comentamos se ha escrito sobre “las intenciones privatizadoras de nuestros políticos”, reales en tiempos presente y pasado; falta ver si lo consiguen o no.
No he planteado el deterioro de la cuenta de resultados de nuestra empresa como objetivo al servicio de nuestras justas reivindicaciones. Solamente el amago de ello, la amenaza. Se supone que la otra parte es inteligente y convocaría urgentemente al Comité de Huelga, que acudiría encantado en busca del acuerdo realmente buscado.

Si Correos cediese gratuitamente la red postal pública a los operadores privados, entonces sí, les estaría dando algo a ganar; pero no es así, pagarán los servicios que usen.
Correos se reserva el mango de la sartén. Si los privados aspiran a levantar muchos castillos a cuenta del esmerado, barato y eficaz servicio que les proporcionaremos por imperativo legal, apañados van.