lunes, 23 de febrero de 2009

La jornada de treinta y cinco horas

En la línea de los dos artículos anteriores, con la vista puesta en la negociación del III Convenio, hoy llega el turno de una vieja reivindicación: la jornada de treinta y cinco horas a la semana.
Soy consciente de que ha tenido muchos y poderosos detractores en diversos ámbitos, suficientes como para impedir que hasta ahora haya salido adelante. De hecho yo no me molestaría en plantearlo si no fuese por lo excepcional, en muchos aspectos, de este momento que nos toca vivir.
Parece que hay muchas cosas a las que tendremos que mirar con ojos nuevos, quizás también a esta cuestión y a sus diversas connotaciones.
Ya no son cuatro, las últimas previsiones apuntan a que llegaremos a la triste cota de los cinco millones de parados. No me parece descabellado proponer, en una situación tan particularmente grave como ésta, que la Administración absorba una parte de ese desempleo, precisamente apoyada en una reducción de la jornada laboral.

No parece oportuna la imposición a las empresas privadas, pero sí podría serlo el incentivar de alguna manera su adhesión a esta práctica.

Pero vayamos al caso de Correos.
Seguramente no sería fácil implementar esta medida en todos los departamentos sin perjuicio para las cuentas de la empresa. Tampoco en todos los niveles, pero con un poco de imaginación se puede ver algún aspecto en que resultaría probablemente beneficioso: Potenciar un turno de tarde; eso nos acercaría al gran objetivo que tenemos planteado como empresa, de ganar cuota de mercado en paquetería y bancarios. Cuando más eficaz puede resultar el reparto de la rentable paquetería B2C es por la tarde, porque es cuando el destinatario puede estar en su domicilio.
En bancarios, refiriéndonos a banca minorista, Bancorreos tendrá menos competencia cuando los demás bancos están cerrados; o sea, por la tarde. También es de suponer que Su Majestad el Cliente agradecería y valoraría el que se le dé la posibilidad de poder hacer una gestión fuera de su jornada laboral.

Doy por descontado que también hay argumentos en contra, pero mi objetivo no era subrayarlos, sino apoyar la jornada de treinta y cinco horas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Conozco a un jefe de distribución (ese era el cargo en aquel momento)que ofrecía a los compañeros de urgentes (y eso que no estaban bajo su cargo) la posibilidad de jornada partida. Claro a su medida, un ratito por la mañana para ayudar con lo más urgente y el resto por la tarde. Ya te puedes reír del doble turno con esta gente.

Saludos.

Suprimido