Las movilizaciones de primavera, causas y motivos.-
En Correos hay algo más de 25.000 funcionarios de los que una buena parte abandonará la empresa a medio plazo. Ello sin tener en cuenta la posibilidad de que CCOO y sus nuevos socios consigan dar la vuelta a la voluntad de las instituciones europeas de gobierno y, sirviéndose de los currelas de esta Casa como ariete rompedor, paralicen el proceso de liberalización del sector, que ya dura más de una década y se encuentra a las puertas de su fase definitiva en lo que se refiere a los aspectos legales.
La privatización de los antiguos monopolios postales de cada país es un efecto secundario de aquella liberalización y la desfuncionarización de la plantilla de Correos es uno de los efectos de la intención privatizadora de los sucesivos gobiernos de España. Los acontecimientos van encadenados.
La probabilidad de que los sindicatos indicados consigan su objetivo es prácticamente nula, así que las cosas van seguir su curso preestablecido y no volveremos a los tiempos del servicio público mantenido fundamentalmente por funcionarios. En estas condiciones el personal laboral no debe temer demasiado por sus empleos: Si se marcha gratis un 20% de la plantilla (supongamos unos 15.000 trabajadores), que tiene derechos adquiridos y remuneraciones comparativamente altas, puede suponerse que la dirección de la empresa estará encantada con ello y que no se verá en la necesidad de recortar empleo en otros colectivos. Tendría que haber estado muy irracionalmente sobredimensionado el factor trabajo para que a estas alturas sobre todavía más del 20-25%, por mucha caída de las ventas que haya habido y por más que vaya a durar la situación.
Dicho de otra manera: Mientras haya 15.000 personas dispuestas a irse, y posibilidades reales de que lo acaben haciendo más pronto que tarde, no hay razón para que la cuestión del empleo sea aquí fuente de una gran preocupación para los trabajadores, tanto funcionarios como laborales; a lo sumo, deberían estar interesados TODOS, cada cual por sus motivos, en que se favorezca y se agilice la salida de los funcionarios.
Es completamente falso que esté amenazada la viabilidad de Correos como empresa. Miente quien lo diga o está mal informado.
En primer lugar porque entró en esta crisis con un envidiable ratio de deuda sobre recursos propios y tiene todas las posibilidades de salir de ella con menos hematomas que buena parte de la competencia, que estaba creando su red en aquellos momentos de euforia y endeudándose hasta las pestañas. Es lícito suponer que ligero de carga inútil se tiene que atravesar el desierto mucho mejor que los demás.
En segundo lugar Correos no tiene problemas de balance, de patrimonio (estos son los que llevan al concurso de acreedores); puede tener alguno puntual de liquidez y eso, ciertamente, podría terminar originando desequilibrios graves, particularmente en situaciones de estrangulamiento del crédito a nivel general, como la que estamos viviendo; pero esto vale para los otros, mucho menos para quien tiene como accionista único al Estado y por ello acceso privilegiado a la financiación.
En tercer lugar, aunque no les venga bien reconocerlo a determinados sindicatos, claro que SÍ hay un plan de viabilidad para esta empresa y ya se está ejecutando. La subida de tarifas superior al 6 % que autorizó el Gobierno a primeros de año, anunciada como “un primer paso en la adecuación de las tarifas a los costes”, aparte de que la justificación sea bastante peregrina, contiene un mensaje muy claro para quien lo quiera entender: Ahí tenéis una subida sustancial y habrá más. Se está por la consolidación de Correos y va a ser financiada por los usuarios, al menos en buena parte.
Añádase a esto el ahorro en gastos de personal derivados de los cientos de ofertas de trabajo mensuales caídas del cielo a sus empleados más veteranos (con más puntuación), que abandonarán la empresa con coste cero para incorporarse a la AGE en algún concurso de traslados o similares.
Si realmente no hay problemas de empleo, y Correos no se hunde, poco se salva de la exposición de motivos de los promotores de las movilizaciones. O son unos pésimos analistas o sus motivos no son los que nos han contado. También podrían ocurrir las dos cosas.
martes, 16 de marzo de 2010
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