No es como para levantar pasiones.-
Por su importancia, empezaré reproduciendo la tabla reivindicativa propuesta, tal como ha aparecido en diversos medios:
(1) Moratoria de la Directiva Postal
(2) Prestador del SPU
(3) Barreras de acceso
(4) Derogación reorientación del decreto de acceso postal
(5) Coste neto del SPU vía presupuestos
(6) Plan estratégico plurianual, que apueste por la diversificación
(7) Acuerdo plurianual con avances salariales
(8) Empleo y promoción
(9) Salud laboral e igualdad
(10) Permisos
El sindicato promotor viene planteando el contenido de los seis primeros puntos en foros diversos y desde hace ya bastante tiempo. Pocas dudas me caben de que sus verdaderos intereses giran en torno a esas reivindicaciones, mientras que las últimas de la relación vienen a ser una especie de tributo pagado para conseguir la adhesión de los demás sindicatos a su proyecto; un guiño que se hace a los nuevos socios y a todos los representados, pero puntualizando que: “Se llegará hasta donde se pueda”.
Dos cosas me han llamado la atención:
(1) Las reivindicaciones que más les interesan, por su contenido, requieren ser ventiladas en ámbitos jerárquicamente superiores a Correos; es decir, si se hace presión para conseguir cualquiera de las cinco primeras peticiones no es para que la Dirección de la Casa las conceda -no está en su mano-, sino para que haga su trabajo, que consistiría en trasladar esas necesidades a las instancias políticas capacitadas para resolver. Pensar que la movilización de dos carteros y cuatro liberados sindicales (pocos más se esperan) influirá poderosamente en las decisiones del Ministro de Fomento es muy poco realista.
(2) Con respecto a las últimas, las de andar por casa, es bueno observar y recordar que se refieren a cuestiones internas reguladas en acuerdos y convenios diversos que han sido pactados con las organizaciones sindicales, entre ellas el sindicato convocante, que ha desempeñando en tales pactos un papel muy destacado; es de suponer que las cosas se habrán ido haciendo a su gusto o conveniencia, al menos en parte. Sabemos que ha sido así y no es muy probable que ahora se descuelguen con alguna alternativa muy alejada de lo que han defendido en los últimos años; así pues, aquel “Se llegará hasta donde se pueda” tiene muchísimas probabilidades de acabar en un "no se llegará demasiado lejos".
Si alguien se hubiera propuesto ganarse al Consejo de Administración y a los altos ejecutivos de esta Casa posiblemente se habría dirigido a ellos con un mensaje similar al que subyace bajo las reivindicaciones más notorias de la tabla planteada, que se pueden sintetizar en el deseo de viabilidad y la exigencia de garantías de futuro para Correos como empresa. No es cierto que esto atente contra los intereses de los trabajadores de a pie, pero sí lo es que sólo verán de utilidad en ello la defensa de su empleo a largo plazo, y eso después de mirarlo detenidamente. No es gran cosa, no es como para enfervorizar. El timo del largo plazo está muy visto y sólo medio-funciona cuando no hay problemas graves a corto plazo; si los hay, como en nuestro caso, lo que se percibe es un intento de esconder lo que nos está agobiando aquí y ahora detrás de unos logros que se nos dice que llegarán… Dios sabe cuándo y por nuestros sacrificios presentes, claro.
No, la convocatoria no es como para enfervorizar.
viernes, 26 de marzo de 2010
Agítese antes de usar y tirar-III
Publicado por
Napoleón Boina Aparte
en
10:54
Etiquetas:
Correos,
Movilizaciones,
sindicatos
martes, 16 de marzo de 2010
Agítese antes de usar y tirar-II
Las movilizaciones de primavera, causas y motivos.-
En Correos hay algo más de 25.000 funcionarios de los que una buena parte abandonará la empresa a medio plazo. Ello sin tener en cuenta la posibilidad de que CCOO y sus nuevos socios consigan dar la vuelta a la voluntad de las instituciones europeas de gobierno y, sirviéndose de los currelas de esta Casa como ariete rompedor, paralicen el proceso de liberalización del sector, que ya dura más de una década y se encuentra a las puertas de su fase definitiva en lo que se refiere a los aspectos legales.
La privatización de los antiguos monopolios postales de cada país es un efecto secundario de aquella liberalización y la desfuncionarización de la plantilla de Correos es uno de los efectos de la intención privatizadora de los sucesivos gobiernos de España. Los acontecimientos van encadenados.
La probabilidad de que los sindicatos indicados consigan su objetivo es prácticamente nula, así que las cosas van seguir su curso preestablecido y no volveremos a los tiempos del servicio público mantenido fundamentalmente por funcionarios. En estas condiciones el personal laboral no debe temer demasiado por sus empleos: Si se marcha gratis un 20% de la plantilla (supongamos unos 15.000 trabajadores), que tiene derechos adquiridos y remuneraciones comparativamente altas, puede suponerse que la dirección de la empresa estará encantada con ello y que no se verá en la necesidad de recortar empleo en otros colectivos. Tendría que haber estado muy irracionalmente sobredimensionado el factor trabajo para que a estas alturas sobre todavía más del 20-25%, por mucha caída de las ventas que haya habido y por más que vaya a durar la situación.
Dicho de otra manera: Mientras haya 15.000 personas dispuestas a irse, y posibilidades reales de que lo acaben haciendo más pronto que tarde, no hay razón para que la cuestión del empleo sea aquí fuente de una gran preocupación para los trabajadores, tanto funcionarios como laborales; a lo sumo, deberían estar interesados TODOS, cada cual por sus motivos, en que se favorezca y se agilice la salida de los funcionarios.
Es completamente falso que esté amenazada la viabilidad de Correos como empresa. Miente quien lo diga o está mal informado.
En primer lugar porque entró en esta crisis con un envidiable ratio de deuda sobre recursos propios y tiene todas las posibilidades de salir de ella con menos hematomas que buena parte de la competencia, que estaba creando su red en aquellos momentos de euforia y endeudándose hasta las pestañas. Es lícito suponer que ligero de carga inútil se tiene que atravesar el desierto mucho mejor que los demás.
En segundo lugar Correos no tiene problemas de balance, de patrimonio (estos son los que llevan al concurso de acreedores); puede tener alguno puntual de liquidez y eso, ciertamente, podría terminar originando desequilibrios graves, particularmente en situaciones de estrangulamiento del crédito a nivel general, como la que estamos viviendo; pero esto vale para los otros, mucho menos para quien tiene como accionista único al Estado y por ello acceso privilegiado a la financiación.
En tercer lugar, aunque no les venga bien reconocerlo a determinados sindicatos, claro que SÍ hay un plan de viabilidad para esta empresa y ya se está ejecutando. La subida de tarifas superior al 6 % que autorizó el Gobierno a primeros de año, anunciada como “un primer paso en la adecuación de las tarifas a los costes”, aparte de que la justificación sea bastante peregrina, contiene un mensaje muy claro para quien lo quiera entender: Ahí tenéis una subida sustancial y habrá más. Se está por la consolidación de Correos y va a ser financiada por los usuarios, al menos en buena parte.
Añádase a esto el ahorro en gastos de personal derivados de los cientos de ofertas de trabajo mensuales caídas del cielo a sus empleados más veteranos (con más puntuación), que abandonarán la empresa con coste cero para incorporarse a la AGE en algún concurso de traslados o similares.
Si realmente no hay problemas de empleo, y Correos no se hunde, poco se salva de la exposición de motivos de los promotores de las movilizaciones. O son unos pésimos analistas o sus motivos no son los que nos han contado. También podrían ocurrir las dos cosas.
En Correos hay algo más de 25.000 funcionarios de los que una buena parte abandonará la empresa a medio plazo. Ello sin tener en cuenta la posibilidad de que CCOO y sus nuevos socios consigan dar la vuelta a la voluntad de las instituciones europeas de gobierno y, sirviéndose de los currelas de esta Casa como ariete rompedor, paralicen el proceso de liberalización del sector, que ya dura más de una década y se encuentra a las puertas de su fase definitiva en lo que se refiere a los aspectos legales.
La privatización de los antiguos monopolios postales de cada país es un efecto secundario de aquella liberalización y la desfuncionarización de la plantilla de Correos es uno de los efectos de la intención privatizadora de los sucesivos gobiernos de España. Los acontecimientos van encadenados.
La probabilidad de que los sindicatos indicados consigan su objetivo es prácticamente nula, así que las cosas van seguir su curso preestablecido y no volveremos a los tiempos del servicio público mantenido fundamentalmente por funcionarios. En estas condiciones el personal laboral no debe temer demasiado por sus empleos: Si se marcha gratis un 20% de la plantilla (supongamos unos 15.000 trabajadores), que tiene derechos adquiridos y remuneraciones comparativamente altas, puede suponerse que la dirección de la empresa estará encantada con ello y que no se verá en la necesidad de recortar empleo en otros colectivos. Tendría que haber estado muy irracionalmente sobredimensionado el factor trabajo para que a estas alturas sobre todavía más del 20-25%, por mucha caída de las ventas que haya habido y por más que vaya a durar la situación.
Dicho de otra manera: Mientras haya 15.000 personas dispuestas a irse, y posibilidades reales de que lo acaben haciendo más pronto que tarde, no hay razón para que la cuestión del empleo sea aquí fuente de una gran preocupación para los trabajadores, tanto funcionarios como laborales; a lo sumo, deberían estar interesados TODOS, cada cual por sus motivos, en que se favorezca y se agilice la salida de los funcionarios.
Es completamente falso que esté amenazada la viabilidad de Correos como empresa. Miente quien lo diga o está mal informado.
En primer lugar porque entró en esta crisis con un envidiable ratio de deuda sobre recursos propios y tiene todas las posibilidades de salir de ella con menos hematomas que buena parte de la competencia, que estaba creando su red en aquellos momentos de euforia y endeudándose hasta las pestañas. Es lícito suponer que ligero de carga inútil se tiene que atravesar el desierto mucho mejor que los demás.
En segundo lugar Correos no tiene problemas de balance, de patrimonio (estos son los que llevan al concurso de acreedores); puede tener alguno puntual de liquidez y eso, ciertamente, podría terminar originando desequilibrios graves, particularmente en situaciones de estrangulamiento del crédito a nivel general, como la que estamos viviendo; pero esto vale para los otros, mucho menos para quien tiene como accionista único al Estado y por ello acceso privilegiado a la financiación.
En tercer lugar, aunque no les venga bien reconocerlo a determinados sindicatos, claro que SÍ hay un plan de viabilidad para esta empresa y ya se está ejecutando. La subida de tarifas superior al 6 % que autorizó el Gobierno a primeros de año, anunciada como “un primer paso en la adecuación de las tarifas a los costes”, aparte de que la justificación sea bastante peregrina, contiene un mensaje muy claro para quien lo quiera entender: Ahí tenéis una subida sustancial y habrá más. Se está por la consolidación de Correos y va a ser financiada por los usuarios, al menos en buena parte.
Añádase a esto el ahorro en gastos de personal derivados de los cientos de ofertas de trabajo mensuales caídas del cielo a sus empleados más veteranos (con más puntuación), que abandonarán la empresa con coste cero para incorporarse a la AGE en algún concurso de traslados o similares.
Si realmente no hay problemas de empleo, y Correos no se hunde, poco se salva de la exposición de motivos de los promotores de las movilizaciones. O son unos pésimos analistas o sus motivos no son los que nos han contado. También podrían ocurrir las dos cosas.
viernes, 12 de marzo de 2010
Agítese antes de usar y tirar-I
Las movilizaciones de primavera, situémonos.-
Hasta finales de Junio España ocupará la presidencia de la Unión Europea y por detrás de los hechos asoma la posibilidad de que los dos grandes sindicatos hayan adoptado la política de arropar al Presidente durante su mandato. Sirvan como ejemplo la desesperante paz social del primer trimestre de 2010 -mientras tanto una quinta parte de los trabajadores vive el drama del paro en primera persona- y las declaraciones públicas de los dirigentes sindicales en el sentido de no considerar adecuadas en estos momentos las medidas de presión contundentes.
CCOO-Correos llevaba muchos años contemporizando con la Dirección, ajeno a casi todos los intentos de movilización habidos en los últimos tiempos, cuando no posicionándose abiertamente en contra. Es por ello que sorprende inicialmente la campaña de agitación que están ejecutando, precisamente sobre aquel paisaje en calma descrito en el párrafo anterior.
En el intento de encontrar explicaciones a su comportamiento, aparentemente extraño, he encontrado un par de teorías que pueden servir:
(1) Es un acto de indisciplina contra la línea oficial del sindicato a nivel nacional.
Mal asunto para los trabajadores de Correos: les esperan muchos mas sacrificios que recompensas. Si el intento llega a tener visos de prosperar los dirigentes rebeldes serán llamados al orden y es muy probable que surta el efecto disuasorio perseguido, en una organización jerarquizada y bien disciplinada, tal como ésta, que se mantiene viva principalmente por y para la defensa de unos intereses muy concretos: los suyos. Difícilmente podrían permitir que una situación descontrolada terminase poniendo en peligro el negocio de todos.
(2) El movimiento es consentido y controlado.
Podría suceder que estuviesen habilitando una válvula de escape a la tensión social lógica en estos momentos, de mantener un punto caliente bajo control, sin alejarse demasiado del verdadero objetivo, que seguiría consistiendo en mantener apaciguadas a las masas de trabajadores.
Para las gentes de Correos tampoco resultaría muy estimulante esta posibilidad. El colectivo implicado tendría que haber sido cuidadosamente seleccionado por destacar en aquellas cualidades típicamente ovinas (docilidad, nula capacidad de respuesta, etc.) y de esa manera poder servirse de él sin mayores complicaciones. Sería muy triste el haber llegado a tal estado de indefensión, tratándose nada menos que de 65.000 trabajadores, entre los que me incluyo.
Sea como fuere, a estas alturas ya ha quedado claro que el proyecto de movilización es serio, al menos en su fase inicial; otra cosa es cómo acabe. Uno de los hechos que lo corrobora es que los promotores se han tomado la molestia de dirigirse a los sindicatos minoritarios a través de la plataforma que los aglutina y en algún caso es posible que mediante encuentros bilaterales que no se han hecho públicos. Lógicamente pretenderán conseguir de ellos lo que les falta y necesitan para sus fines; es decir, un poco de credibilidad entre las bases y alguna capacidad de convocatoria. Tales cosas son necesarias para movilizar a un colectivo, aunque pueden no ser suficientes. No necesitarían a estos compañeros de viaje para otra cosa puesto que medios ya los tienen todos.
Un interesante corolario que se puede extraer de todo esto es el siguiente:
Después de lustros excluyendo a sus nuevos socios de todo lo excluible, de traiciones de todas las especies, de perseguir la hegemonía sindical sin reparar en medios, sin ningún escrúpulo… el acercarse a los sindicatos minoritarios después de todo esto tiene que deberse al conocimiento de sus propias limitaciones; es decir, en CCOO-Correos deben saber perfectamente que carecen de aquello que buscan en los otros sindicatos y que lo han perdido, puesto que un día lo tuvieron.
Hasta finales de Junio España ocupará la presidencia de la Unión Europea y por detrás de los hechos asoma la posibilidad de que los dos grandes sindicatos hayan adoptado la política de arropar al Presidente durante su mandato. Sirvan como ejemplo la desesperante paz social del primer trimestre de 2010 -mientras tanto una quinta parte de los trabajadores vive el drama del paro en primera persona- y las declaraciones públicas de los dirigentes sindicales en el sentido de no considerar adecuadas en estos momentos las medidas de presión contundentes.
CCOO-Correos llevaba muchos años contemporizando con la Dirección, ajeno a casi todos los intentos de movilización habidos en los últimos tiempos, cuando no posicionándose abiertamente en contra. Es por ello que sorprende inicialmente la campaña de agitación que están ejecutando, precisamente sobre aquel paisaje en calma descrito en el párrafo anterior.
En el intento de encontrar explicaciones a su comportamiento, aparentemente extraño, he encontrado un par de teorías que pueden servir:
(1) Es un acto de indisciplina contra la línea oficial del sindicato a nivel nacional.
Mal asunto para los trabajadores de Correos: les esperan muchos mas sacrificios que recompensas. Si el intento llega a tener visos de prosperar los dirigentes rebeldes serán llamados al orden y es muy probable que surta el efecto disuasorio perseguido, en una organización jerarquizada y bien disciplinada, tal como ésta, que se mantiene viva principalmente por y para la defensa de unos intereses muy concretos: los suyos. Difícilmente podrían permitir que una situación descontrolada terminase poniendo en peligro el negocio de todos.
(2) El movimiento es consentido y controlado.
Podría suceder que estuviesen habilitando una válvula de escape a la tensión social lógica en estos momentos, de mantener un punto caliente bajo control, sin alejarse demasiado del verdadero objetivo, que seguiría consistiendo en mantener apaciguadas a las masas de trabajadores.
Para las gentes de Correos tampoco resultaría muy estimulante esta posibilidad. El colectivo implicado tendría que haber sido cuidadosamente seleccionado por destacar en aquellas cualidades típicamente ovinas (docilidad, nula capacidad de respuesta, etc.) y de esa manera poder servirse de él sin mayores complicaciones. Sería muy triste el haber llegado a tal estado de indefensión, tratándose nada menos que de 65.000 trabajadores, entre los que me incluyo.
Sea como fuere, a estas alturas ya ha quedado claro que el proyecto de movilización es serio, al menos en su fase inicial; otra cosa es cómo acabe. Uno de los hechos que lo corrobora es que los promotores se han tomado la molestia de dirigirse a los sindicatos minoritarios a través de la plataforma que los aglutina y en algún caso es posible que mediante encuentros bilaterales que no se han hecho públicos. Lógicamente pretenderán conseguir de ellos lo que les falta y necesitan para sus fines; es decir, un poco de credibilidad entre las bases y alguna capacidad de convocatoria. Tales cosas son necesarias para movilizar a un colectivo, aunque pueden no ser suficientes. No necesitarían a estos compañeros de viaje para otra cosa puesto que medios ya los tienen todos.
Un interesante corolario que se puede extraer de todo esto es el siguiente:
Después de lustros excluyendo a sus nuevos socios de todo lo excluible, de traiciones de todas las especies, de perseguir la hegemonía sindical sin reparar en medios, sin ningún escrúpulo… el acercarse a los sindicatos minoritarios después de todo esto tiene que deberse al conocimiento de sus propias limitaciones; es decir, en CCOO-Correos deben saber perfectamente que carecen de aquello que buscan en los otros sindicatos y que lo han perdido, puesto que un día lo tuvieron.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)